Su éxito reciente como reina de belleza le ha traído admiradores, pero también muchos ataques… la mayoría de otras mujeres, dijo.

“Lo que me sorprende es que muchas de las críticas han venido de mujeres y gente de mi propio colectivo, justo cuando las mujeres están tomando las calles para exigir reconocimiento”, dijo.

<Mi propio colectivo>. ¿Por qué no dijo sexo? Analicemos su lenguaje desde las teorías de género. 

Las Teorías microsociales de género, plantean que el género no es un elemento estable, sino una realización de actores en diversas situaciones, por lo que el género no nace con la persona, sino que se adquiere o se construye a través de la educación.

Ángela Ponce comentó: “Hay mujeres con pene y hombres con vagina, porque la única clave para ser mujer es ser y sentirte mujer”. Aquí el ser no importa sino el deseo, el deseo rige el ser; y no al revés. Reflexionemos detenidamente sobre estas teorías. 

El Feminismo de Género, afirma que los roles: masculino y femenino, son construcciones sociales, que se imponen a las personas desde su nacimiento, para condicionar los en una ideología binaria: a quienes se asigna el papel de mujeres, están condenadas a vivir bajo la opresión del género que recibió al nacer. La opresión comienza en las representaciones simbólicas y culturales, en lo sexual y lo familiar, para extenderse a toda la sociedad en la forma de una cultura de segregación (sexual, racial, cultural) y finalmente, a la explotación.

Como alternativa a esa cultura, se propone su reemplazo por una cultura no binaria; en donde las personas sean reconocidas por la identidad sexual que ellas elijan: lésbico, gay, bisexual, asexual, transexual, pansexual, etc. (Lamas, 2007). Se propone además, que todas estas identidades reciban protección especial frente a la identidad dominante: los cisgénero (hombres y mujeres).

Se busca, además, reemplazar todas las formas y estructuras culturales calificadas como tradicionales o heteropatriarcales (religión, familia nuclear), por nuevas entidades que subviertan las relaciones de poder imperantes en la cultura heteropatriarcal (Baeza, 2005).

Con este propósito, se considera que a la mujer se le debe liberar del yugo materno, la esclavitud del matrimonio y los oficios tradicionales (enfermeras, maestras, cuidadoras). Y se debe dar reconocimiento a otras formas de estructura familiar (desde la unipersonal, hasta la poligámica) y finalmente, se debe eliminar la cultura patriarcal-binaria de la educación (Firestone, 1974).

¿Qué busca el movimiento?

El Feminismo de Género es un movimiento político anti-sistema, que busca crear un orden más igualitario a partir de la deconstrucción, y eliminación de lo que considera, son construcciones culturales opresivas: la feminidad, la masculinidad, la maternidad y la familia.

Ángela Ponce afirma: “Si queremos progreso, solo debemos dejar de ver si lo que otras mujeres están haciendo está mal o bien”.

Precisamente, los textos del Feminismo de Género rechazan y descalifican cualquier intento de escrutinio, resaltan las cuestiones existenciales y la subjetividad del observador, como asuntos esenciales para comprender los fenómenos; asimismo, suelen confundir o extrapolar reglas generales a partir de fenómenos y experiencias particulares (Guzmán, 2005).

Ángela Ponce afirma: “A los tres años ya supe que era una mujer’, comentó la modelo en entrevista, y añadió que le <fue muy difícil tener que convencer a un psicólogo de que era quien decía que era>.

¿Son válidos estos argumentos?

Hay dos aspectos centrales en el Feminismo de Género (y en lo que se postula como Teoría de Género) que impiden su aceptación como un discurso científico. Es primero es su juicio de valor: no trata de legitimarse como teoría a partir de una coherencia intrínseca, un rigor metodológico ni unos criterios de falsabilidad; en lugar de ello recurre a una calificación moral, a argumentos emotivos, y en última instancia a negar la objetividad: <La ciencia tradicional es patriarcal, por lo tanto, está al servicio de la injusticia>. <Hay una ciencia mala y una ciencia buena; nosotras hacemos la ciencia buena, la justa, la democrática>.

El segundo aspecto es su carácter identitario. El Feminismo de Género es un discurso diseñado y construido para crear una conciencia de identidad; y a partir de esa identidad emprender una acción: <Somos los desheredados de un patriarcado heterosexual, misógino y homofóbico que establece un sistema de dominación al que se denomina “cultura occidental”; únete a nosotr@s>. No oculta, ni pretende ocultar que es un discurso político.

Que esta narrativa tenga un valor ontológico o no, es algo que carece de importancia, cuando el propósito no es conocer o aproximarse a la verdad, sino construir una verdad: el patriarcado construyó su verdad, construyamos la nuestra. El compromiso no es con la verdad, sino con la movilización; la honestidad intelectual importa menos que los resultados; la crítica es inaceptable porque proviene de nuestros enemigos. Ángela Ponce afirma: <Yo no vengo aquí con un mensaje de la paz en el mundo, yo traigo un mensaje de tolerancia, respeto, inclusión, amor por uno mismo y por los demás>, expresó la nueva Miss Universo España en la entrevista.

¿Realmente tolerantes o solo con los que piensan como ellos?

Por sus características, los postulados de género no pueden considerarse válida o científica. Por lo tanto, estamos frente a una <Ideología>.

Decía el P. Kentenich: “Si el hombre no es hombre ni la mujer, mujer, estaremos entonces en presencia de una revolución en el campo del ser. ¿Hacia dónde llevará una tal revolución?”

Porque cuando honestidad intelectual se abandona a favor del compromiso ideológico: ¿Qué es lo que hace visible la lucha feminista contemporánea?, ¿las necesidades reales de las mujeres reales o las necesidades teóricas de una élite intelectual y política?

No se puede transformar una realidad que se desconoce, ni se pueden planear soluciones viables para los problemas, cuando se carecen de bases biológicas que no puede ser calificada como tradicional o progresista, patriarcal o feminista; porque el conocimiento proviene de la realidad; y no de un grupo determinado.

 Las diferencias reales están en toda y cada una de nuestros genes que se manifiestan en rasgos en uno y otro, como: la constitución y fortaleza física, la estatura, la voz, la resistencia o delicadeza, la psicología, el manejo de la emociones, la forma de imaginar, de percibir, la escrupulosidad de los detalles, el modo de caminar, de mover las manos, la forma de belleza etc. etc. 

La verdadera tolerancia no surge del deseo unilateral y egoísta de una élite; sino de la aceptación de la naturaleza de las cosas.

 

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